lunes

La Competencia.

Quien crea que tanto la creación de marcas como la buena publicidad es un negocio solitario, comete un gran error. La verdad es que están observándote. Siempre aparece nueva competencia. Cada día. A cada hora.

Y de la misma forma, quien además crea que tener competencia es malo, comete un error aun más grande.

Es que no hay duda alguna que cuanto más éxito obtengas en tu trabajo, lo más probable será que rápidamente atraigas a la competencia. Muchos intentarán robar tus clientes, y lo que es peor, muchos intentarán parecerse a ti. De esta forma, no existirá mayor diferencia entre tu marca y la de tu competencia, y los consumidores no sabrán cual escoger. O bien les dará lo mismo.

Y es que el mercado se ha convertido en una gran selva, repleta de voraces depredadores que buscan alimentarse. La realidad es que comes o te devoran.

Pero que esto no te atormente.

Por el contrario, la existencia de la buena competencia, te obliga a exigirte más. A mantenerte en movimiento, observando a cada hora los pasos del resto. Te induce a perfeccionar tus pasos, cuidando siempre tu espalda. Te despierta y obliga a jamás dormirte.

Y la clave radica en la rápida identificación de tu competencia. Ver sin ser visto.

De esta forma, actuarás rápido y te adelantarás a sus movimientos. Así, cuando ellos intenten sobrepasar tus habilidades, tu ya habrás dado un paso previo. Y saldrás airoso.

Ahora bien, no es menor la preocupación por tu competencia, pero será de vital importancia que jamás pierdas de vista a tus clientes. Jamás olvides que ellos son tu norte. Y también el de tu competencia.

Que no sea cosa que por mirar tanto a tus competidores, pierdas de vista a tu objetivo final.

Como puedes darte cuenta, la observación previa y eficaz es la pieza fundamental en el mercado. Y entenderás de esta forma, que el mejor combatiente, es aquel que entiende de mejor forma el comportamiento de la guerra, mejor incluso que cualquier otro ejército.

Observa, define y ataca. Y vuelve a observar.

No hay otro modo.