¿Caben 200 egos en una misma habitación?
Existen egos enormes, inconmensurables, cuyo tamaño se adivina por el perfeccionamiento enfermizo que acomete a su amo, y que paradojicamente, apenas se dejan sentir. Son egos mansos y controlados, que permanecen agazapados a los pies de quien los posee.
A simple vista pueden parecer rottweilers, animales temibles y sanguinarios, pero te acercas a ellos y no pasa nada, por que los dueños los mantienen sujetos con la correa y los conocen y saben cuando pueden resultar peligrosos. Egos así siempre dejan un hueco libre para otros e incluso permiten a sus amos relacionarse entre sí.
Aunque por desgracia, están los otros. Egos infinitesimales, pero descontrolados, que se escapan de sus amos y molestan. parecen chihuahuas, pero sus pequeños y afilados dientes acaban por hacer daño. Además sus agudos ladridos provocan un griterío insoportable. Con uno así, basta; no entra nadie más en la habitación.
¿ Y los creativos? su tipología de egos no es distinta de la del resto de los mortales, aunque sea ésta una profesión en la que abunda el gran tamaño, lo que en absoluto es un problema mientras ego y persona estén de la mano. Por eso, hay creativos que poseen un ego gigante, pero que no consienten caer en el egocentrismo y eso les salva a ellos y a su talento, por que ocurre que, en este oficio, el talento suele aflorar antes en compañía que en soledad.
No todos los creativos poseen la inteligencia de saber que si el ego no se ata corto puede ocasionar disgustos, pero de la misma forma que no la poseen todos los arquitectos, los ingenieros, ni todos los médicos, ni todos los artistas, y con la diferencia de que para los creativos ese pecado lleva penitencia, por que muchas de estas profesiones pueden seguir desarrollándose cuando uno está solo y a sus anchas en la habitación, pero la tuya no.
Además, el ego es a menudo el mecanismo que hace emerger el talento. Si uno no se cree capaz de grandes hazañas, no se embarcará en ellas. Es como la bomba que extrae el petróleo del subsuelo, que puede ser ruidosa y poco eficaz o silenciosa y precisa. Lo que está claro es que sin bomba, no hay petróleo.
En definitiva, ¡que viva el ego! ( pero bajo control).
Existen egos enormes, inconmensurables, cuyo tamaño se adivina por el perfeccionamiento enfermizo que acomete a su amo, y que paradojicamente, apenas se dejan sentir. Son egos mansos y controlados, que permanecen agazapados a los pies de quien los posee.
A simple vista pueden parecer rottweilers, animales temibles y sanguinarios, pero te acercas a ellos y no pasa nada, por que los dueños los mantienen sujetos con la correa y los conocen y saben cuando pueden resultar peligrosos. Egos así siempre dejan un hueco libre para otros e incluso permiten a sus amos relacionarse entre sí.
Aunque por desgracia, están los otros. Egos infinitesimales, pero descontrolados, que se escapan de sus amos y molestan. parecen chihuahuas, pero sus pequeños y afilados dientes acaban por hacer daño. Además sus agudos ladridos provocan un griterío insoportable. Con uno así, basta; no entra nadie más en la habitación.
¿ Y los creativos? su tipología de egos no es distinta de la del resto de los mortales, aunque sea ésta una profesión en la que abunda el gran tamaño, lo que en absoluto es un problema mientras ego y persona estén de la mano. Por eso, hay creativos que poseen un ego gigante, pero que no consienten caer en el egocentrismo y eso les salva a ellos y a su talento, por que ocurre que, en este oficio, el talento suele aflorar antes en compañía que en soledad.
No todos los creativos poseen la inteligencia de saber que si el ego no se ata corto puede ocasionar disgustos, pero de la misma forma que no la poseen todos los arquitectos, los ingenieros, ni todos los médicos, ni todos los artistas, y con la diferencia de que para los creativos ese pecado lleva penitencia, por que muchas de estas profesiones pueden seguir desarrollándose cuando uno está solo y a sus anchas en la habitación, pero la tuya no.
Además, el ego es a menudo el mecanismo que hace emerger el talento. Si uno no se cree capaz de grandes hazañas, no se embarcará en ellas. Es como la bomba que extrae el petróleo del subsuelo, que puede ser ruidosa y poco eficaz o silenciosa y precisa. Lo que está claro es que sin bomba, no hay petróleo.
En definitiva, ¡que viva el ego! ( pero bajo control).