Ciertamente te has preparado para ser el mejor. De eso no hay duda.
Ya has leído cuanto libro ha pasado por tus manos. Has investigado, te has informado y has adquirido muchos conocimientos. Durante algún tiempo has notado que cuentas con cada vez más herramientas, las que te permiten salir adelante en cada nuevo desafío que te proponen.
Pero también sabes que cada nueva lucha o combate es más difícil que el otro. El mercado te observa y trata cada día de superarte y ser mejor que tú. Ante esta situación basa tus movimientos en el engaño. Si ya sabes que eres fuerte, simula ser débil, y si tu oponente es superior, elúdelo.
El sabio general chino Sun Tzú, en su libro El Arte de la Guerra, ya nos había hablado al respecto y nos enseñaba lo acertado que es cultivar la cautela en cada uno de nuestros actos.
Pues a través de esas palabras debes entender lo positivo que es lograr descifrar con anterioridad las fortalezas y debilidades, y finalmente los objetivos que te pondrás por delante. Solo así, con tu escenario de juego ya demarcado, podrás emplear de forma correcta e idónea, tu inteligencia para saber como y cuando actuar.
Pero todo esto que te comento, es una información que debes guardar solo para ti. No es en absoluto positivo que divulgues y proclames tan abiertamente de tus cualidades. Se cauto. No necesariamente quien más habla es quien más sabe. Mejor ve entregándole al mundo ,de a poco, esbozos de genialidad, de modo que sepan que estás ahí y nadie olvide que existes.
Tu trabajo debe convertirse en tu carácter. En tu postura de vida frente al mundo.
Ningún buen publicista cuenta al mundo a viva voz lo que va a hacer. Solo una vez que has cumplido en su totalidad tus objetivos, mostrarás por cierto el resultado final, pero jamás dirás como llegaste ahí ni mucho menos que herramientas usaste.
Es hora de que comiences a creer que la reserva y el misterio son sin duda alguna, cualidades que deben identificarte en tu esencia como publicista, y que debes cultivar día a día de acuerdo a tus actos.